We're just two lost souls swimming in a fish bowl, year after year.
Running over the same old ground, what have we found? The same old fears. Wish you were here.


domingo, 2 de septiembre de 2012

Baker Street

Siempre quise tocar el saxofón. Sé que no es un deseo irrealizable porque, aunque la música no se me da muy bien, podría haberme apuntado a clases y quizá ahora sabría tocar “Baker Street”, pero tengo la mala costumbre de no volcarme en ese tipo de sueños.
Parece que prefiero dejarlos así, como metas que nunca cumpliré. 
Cada vez que escucho esta canción no puedo evitar embarcarme en un viaje al pasado y, quién sabe, tal vez también al futuro.
Recuerdo la calle que lleva este nombre y la ciudad que la acoge. Nos recuerdo a nosotros. Aquel día fue nuestra primera pelea grave. ¿Recuerdas aquel bar, el “Shakespeare”?
Parece que fue ayer, pero cuántas cosas han cambiado.
Fue la primera vez que viajé sola en metro. Cada uno tomó su camino y ni siquiera escogimos la misma línea para volver a casa. Yo no podía dejar de llorar y el resto de pasajeros me miraban con disimulo, acostumbrados a las excentricidades de los londinenses. Intentaba controlar mi tristeza con la música que me aislaba parcialmente del mundo exterior. Creo que ya he perdido del todo mi vergüenza a llorar en público.
Después de perseguirte durante un tiempo y pedirte perdón, accediste a comer conmigo en aquel bar. Pedimos una hamburguesa con patatas. Lo recuerdo bien. Yo apenas probé bocado.
Hacía tiempo que no lloraba tanto; sentía que me rompía por los costados y que no tardaría en derrumbarme en el suelo. Me costaba mirarte a los ojos, pues lo veía todo distorsionado por el miedo. Es curioso cómo el dolor se apacigua con el paso del tiempo. 
Insultaste mi estupidez, fuiste muy fuerte al lanzarme todos mis errores a la cara con un método casi didáctico cuando lo que realmente querías hacer era consolarme y susurrarme al oído que no pasaba nada, que estaba perdonada.
Al final mis lágrimas siempre ablandan tu sarcasmo. 
Cuando lloro mis ojos se vuelven verdes y es más fácil avanzar entre esa suave maleza que entre las dunas oscuras y cambiantes de mis desiertos. Viste en ellos todo lo que necesitabas ver y por fin te sentaste a mi lado, abrazándome con fuerza.
Una de las cosas que más me gusta en el mundo es sentirme débil a tu lado, porque tus brazos hacen que recupere la fuerza de una manera increíblemente eficaz. Qué bien me sentía a tu lado.
Había llegado a creer que todo había terminado, que te perdería allí, en el típico pub inglés, en la ciudad que tanto amas.
La realidad era distinta, pues te perdería meses después, en otra ciudad muy diferente. 

La magia del saxofón reside en su melancolía. Su voz rota es una mezcla de pasión y desesperación. Es una seducción fatal. El saxofón parece condenado a tocar melodías tristes, no por ello lentas, porque es donde mejor se encuentra; en las canciones tristes.
Baker Street. Sus gritos me parecen desgarradores y hermosos. Parece una sonrisa, amplia y triste.

Ahora, nuestra vida anterior me parece un extraño sueño del que he despertado a la fuerza. Ficción y realidad se entrelazan en mi mente. Te echo de menos. 

Canción de hoy: Gerry Rafferty- Baker Street

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